Rue de la Sincérité, Bruxelles.
Un
día que olía a Madrid en marzo, la chica que enamora me dejó sus diarios de
tinta negra como herencia eterna. Le prometí que los editaría con precisión
para que su historia tuviera mucho más amor del que da la vida por sí misma.
Hoy describo su juventud hasta donde la he vivido, porque nosotras somos más de
tratados de amistad que de cartas de cumpleaños.
Yo
fui testigo de todo, vi como la chica que enamora hablaba de un futuro
de ideas
alcanzables y la miré con confianza, porque sabía
que de tantos proyectos, al
menos uno tenía que triunfar,
aunque solo fuera por simple probabilidad.
De mayor quería ser artista y lo cierto es que ya lo era, yo lo sabía pero ella y los mayores todavía no se habían dado cuenta. Compartió conmigo veranos de infancia con y sin deberes, jardín, bicicletas y bailes de playa. Anécdotas de corazón noble y libre, planes a corto y largo plazo.
Un
día que olía a Denia en agosto llegó resplandeciente y me habló de inquietudes
que aún no conocía. Entonces fue cuando dejamos de cazar cangrejos, sustituimos
la niñez por cines descubiertos y se convirtió en la mejor conversadora que he
tenido hasta el momento.
La
chica que enamora siempre ha sido mi amistad más protectora,
por sus raíces y las
mías, su fantasía posible y su altruismo al querer.
Por ese motivo dije que sí
a otra de sus ideas, las que yo seguía
y seguiré a ciegas porque sabe hacer las
cosas bien.
Esta vez me propuso una promesa: estar juntas en cualquier ciudad
tarde o temprano, yo acepté mientras imaginaba como seríamos de guapas con 25
años.
No seré yo quien te haga ver
la parte cruda de la realidad, quien te diga basta a tus sueños, quien te coja
de los pies y te baje al suelo. Yo seré quien te fotografíe en tus mejores momentos,
quien llore cuando todo el mundo se levante para aplaudirte…
Seré
quien publique tus diarios de artista incomparable entre peinetas y escenarios.
Me parece que acabo de desvelar el prólogo de algo grande, seguro que estás de
acuerdo conmigo en que “la chica que enamora” es un buen título para alguien de
vida larga, interesante y conmovedora.
Blusa gris y pantalón negro, Zara. Abrigo negro, Berska.
Zapatos Coolway. Anillo Pandora.
Camiseta beige, Brandy Melville. Chaleco de pelo, Kiddy's Class. Pantalón Mango. Gafas MELLER.
TEXTO: Eugenia Soler
MODELO PRINCIPAL: Sandra Sanoguera
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