Mi homenaje a Gabriel García Márquez,
porque Navidad y Soledad riman consonante...
Conforme uno va creciendo, la mayoría de las cosas se vuelven pequeñas. Cuando era niña solía ir a una gran mina de fósiles, allí fue donde Gabriel me enseñó su mágico universo imaginario.
Con el tiempo, dejé atrás la fantasía para adentrarme en frases preciosas que ilustraban amores de tiempos enfermos.
Porque yo ya era grande cuando volví a la mina, me pareció más pequeña que cuando era niña. Sin embargo, al retomar sus cien años de soledad descubrí que el mundo que él me enseñó seguía siendo enorme…
Cien años no me alcanzarán para terminar escribiendo como tú, espero que el precio no me ponga la condición de llegar a sentirme tan vacía. Por un libro no, es demasiado barato.
El té sabe a cintura forrada de lunares blancos y rojos.
Suéter, Mango. Pantalón, Vera&Lucy. Boina, H&M.
Gafas, Vintage. Cinturón-pañuelo, Gilten. Taza, Zara Home.
Pero hoy te dejo el color, de los tejidos no es competencia...
Hablaremos de la luz cuando suponga.
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