Un frío de encaje...
La bruja de las bolas no era partidaria del negro, pero al momento se adapta el envoltorio, así que hoy, al equiparse, rompió la tradición. Como las transparencias estaban más resueltas que el sombrero puntiagudo, optó por disimularlas y prolongó el decorado hasta que llegó la hora de calzar sus galopantes tacones, cambiarse de bolso y lanzarse segura a la aventura...
De cintura hacia el norte déjala suelta, piernas ceñidas, pendientes exagerados, peinado desenfadado y guantes contra la estación. Prefería su transporte para dejar limpios los rincones pero no era tan mayor como para fijarse en precisiones minuciosas, pasó por alto la cena y olvidó el tacón rosa disonante que agotaba su dulzura.
Su sombra, la de ojos; su secreto, la intuición, un sueño por coser
y de postre, el encanto de cualquiera...
Lo que hago no es escribir, es el placer de tejer en pasado
los relatos de un espejo blanco.
Bordar cada página con un hilo diferente, después de elegir el estampado...
Zapatos, Mónica García. Medias, Zara. Pendientes y gorro, Gilten.
Abrigo y camisa de encaje,
en un mercado formado por puestos ambulantes...
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