Hay tres tipos de palabras: Las benéficas, que se relacionan entre sí con el fin de ser aceptadas, leídas y pronunciadas por todos; las misántropas, que se conforman con encajar en algún crucigrama de revista; y las impertinentes, las más buscadas, palabras habituales que se unen para incidir en el alma.
Personalmente, prefiero las primeras. Es más, propongo encontrarlas y enlazarlas por imposible que parezca, si no hay talento, con cautela.
Si fieles y constantes son las propuestas, otorgarles fidelidad y tiempo sería lo justo. De lo contrario, construiremos lo que "se vende" para muchos, asequible, preestablecido y productivo, pero no más atractivo que lo valioso, lo que completa a uno mismo.
Suena bien, pero las teclas del negocio no suelen ser manejables y últimamente los sueños se pierden o llegan tarde a sus citas. Aún así, me atrevo a aconsejar sin autoridad:
Los modelos y pautas son influencias, no limitaciones estrictas ligadas al éxito...
El anhelo, sin embargo, es el patrón de cualquier vestido.
Mi cosecha para el curioso, dosis de magia para el escéptico...
¿Y qué le regalo al resto, margaritas o drogas?
Yo margaritas, para que puedan deshojar.
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